Casi
nadie conocía los abismos del miedo y la humillación, el futuro solo
podía ser mejor que aquello, hasta lo más perverso se veía con inocencia
o no se veía, desde la India al extremo más duro la gente normal podía
elegir sus caminos y nada tenía importancia, hasta el polvo de caudillo
mochica molido tenía más colmillo cuando la burbuja inmobiliaria lucía
ese brillo irisado de antes de explotar,
recuerdo el ruido de la máquina de contar billetes que nos prestaba un
banco, el poco sueño, el reparto de sobres a los políticos de pueblo y
los directores de banco, los chantajes, las escuchas, el diseño gráfico
de facturas, el tiempo insufrible e interminable de sobremesas y
alternes con millonarios retrasados, sólo quería escapar hacia lo
imposible montado en un todoriesgo descapotable, fuego de música fuerte y
sexo macarra, por la noche la mala cantaba por la noche, sacar el tazón
de cráneo para ver quién aceptaba una cena sagrada y útima, todo iba
bien, ilusión contable, brillo de burbuja, amor...
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