Ahí vienen los pasajeros de todas las naciones, bueno, de todas las ricas,
siempre tristes al llegar y felices al salir de sus campamentos futuristas en los yermos,
rostros que no retengo más allá de unos segundos,
pasan las estaciones en su cambio sin cambios como en un buen libro de haikus,
viento, sol, calor, espacio y arena, cómplice sin culpa, me voy desnudando;
ese caldo de viejos bosques que mis pasajeros extraen no solo nos mueve,
es la pasta de todo, nuestras ropas, juguetes, máquinas, carreteras, casas y alimentos,
ésta no es la era post-industrial tecnológica , ni digital, ni de la información, ni de nada,
sigue siendo la era del petróleo,
y ahí vienen los que nos permiten vivir de la única manera que sabemos hacerlo,
mis pasajeros,
los demiurgos de nuestro mundo.
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