Hay un poco más arriba de la bajamar una línea de basurillas de hombre, algas secas y almejas, que nosotros exploramos fascinados, y encontramos allí lo que fue amado, usado y tirado, las cáscaras de lo que vivió en lo profundo, lo que se mecía por un océano lejano viviendo del sol sin cuidados. Mi amor, esta playa es enorme pero no tiene orilla, ni tu puerto sereno en la noche, pero si ha de nacer un cuarto monoteísmo del desierto que sea como el culto del cargo, esa fe de isleños pacíficos y pobres en la abundancia alegre, la espera de un contenedor que vare en la rompiente relleno de tus gracias, bestias y regalos. Cerca, ya está cerca...
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