LA TIERRA DE LA PIEDRA NEGRA


¿Querrían convertirse en desiertos en el desierto,
en luz naranja de risa y llanto,
volverse viento y dicha en la arena, néctar, escalofrío, libertad...

jueves, 18 de diciembre de 2008

INVITACIÓN AL YERMO




A Charles de Foucauld, hermanito universal, Padre del desierto.


Mira, parece que voy con la Santa Compaña, me van a volver loco. Antes me perdía solo por las dunas del Rub al Khali sin más, pero ahora en cuanto salgo del campamento se vienen todos conmigo; los Padres del desierto se ponen a leerme aburridos fragmentos de la Filocalia, una pandilla de esenios famélicos que guardan sus escritos en tinajas y después sólo quieren buscar cuevas donde esconderlas, una troupe de poetas sufíes empeñados en que pruebe su vino adobado de amor, un genio gordo y azul que a la fuerza quiere que le pida algo y no se cansa de asegurarme de que, aquí, cualquier cosa es posible, y hoy hasta se han apuntado tres o cuatro lectores del blog que no se habían enterado de que Arabia Saudita no emite visados de turista. Creo que he repartido demasiadas invitaciones, para colmo ahora me obligan a llevar encima el teléfono satélite, que tiene la forma de ladrillo de los primeros móviles pero con una antena más gorda. Pero el desierto no falla, me siento en una duna y todos se callan, las olas de cristal son una goma de borrar marca presente henchido y luminoso, y sin esfuerzo se embellece el sentir de una muerte viva y elegante, salam y shalom, hesykia, shanti, samatha y paz. Aquí terminó el juicio, el alma es oveja y pastor, pez y pescador, amor también, si alguien apareciera. Y me acuerdo del hermanito universal en su ermita del desierto, que siendo perfecto no convirtió ni a un solo tuareg. Yo soy tan sociable que el desierto me inspira fantasías más colectivas, e imagino comunidades futuristas con tomateras hidropónicas, como colonias de amor y creación en Marte. Anoche escuché a uno de los astronautas que pisaron la luna decir que al volver comprendió que se nos había dado el Jardín del Edén, aquí es fácil creer lo mismo e imagino destilaciones del agua las dos charcas saladas, techos fotovoltaicos, células-germen de una vida alegre y sencilla... No sé donde poner el teléfono, no lo puedo dejar en la arena porque no se lleva bien con la electrónica, y entonces leo lo que está escrito en una pegatina en el reverso: "En caso de ataque terrorista llamar al 00..." No hay ataques desde el 2004, pero para quitarme la tristeza leo el hermoso texto de la tarjeta que todos los residentes del campamento llevan encima:

REGLAS DE LA CASA. SRAK, SUR DEL RUB AL KHALI

- Respeto a todas las personas que trabajan en nuestras operaciones.
- Quiero que TODAS las personas estén libres de peligro o de sufrir cualquier daño.
- Esta tarjeta me ayudará a conseguir estos objetivos.
- Seguiré estas reglas y conductas para tener éxito.

CUMPLIRÉ (manteniéndo mi seguridad)
INTERVENDRÉ (manteniendo la seguridad de mis compañeros)


Gracias por visitar mi jardín, que es un yermo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola David, igual tú no te acuerdas de mí, pero coincidimos en una de esas Voces del Extremo de Moguer. Soy daniel bellón. gracias a un correo me he enterado de la existencia de este blogo tuyo, que me parece fascinante.
Veo que estás lejos e igual un poco apretado de conexión, así que aquí te envío un detallito navideño para que de un vistazo puedas ver en que están las caritas monologantes de la poesía:
http://www.lacasatransparente.net/enredadera.php

Me ha alegrado mucho saber de ti. Un abrazo desde las islas. daniel bellón
www.islasenlared.net

DANIEL MACÍAS dijo...

Eiii tocayo, si que me acuerdo de ti, y soy visitador asiduo de tus islas, las de la red.

Gracias de nuevo por la visita y por el regalo,

un abrazo desde le desierto.