LA TIERRA DE LA PIEDRA NEGRA


¿Querrían convertirse en desiertos en el desierto,
en luz naranja de risa y llanto,
volverse viento y dicha en la arena, néctar, escalofrío, libertad...

martes, 16 de diciembre de 2008

TENSA CENA EN DOHA (CONTINUACIÓN DEL POST ANTERIOR)





El traje que le han puesto a Declan no le está ni grande, ni pequeño, pero le queda como a un espantapájaros. Hay algo que se nota en los que no se han puesto un traje en su vida que ningún modisto o sastre podría explicar correctamente, pero se le nota, y mucho. Su madre, Jaqueline Rousseau, ha hecho todo lo que ha podido por el niño, y al menos ha conseguido que le corten las rastas. Declan anda por el suelo recogiendo sus serpientes gordas de pelo porque se ha empeñado en guardarlas en una caja de zapatos para que se las vuelvan a pegar el siguiente verano, dice que sin ellas no se atrevería a aparecer ante sus amigos en la playa.
Woody está en el espejo del cuarto de baño intentando anudarse una pajarita enorme, él cree que le queda muy bien y nadie le ha dicho nunca que le hace parecer un palillo con un lazo de regalo. Esta ensimismado en sus pensamientos y no atina a encontrar el broche, está sorprendido, no entiende porqué está tan tranquilo, quizá sea la experiencia, es un intelectual, un experto en palabras bellas y huecas, en cenas e interminables charlas de mesa y sobremesa, su repertorio de comentarios ingeniosos, anécdotas, chistes y ocurrencias puede cubrir de bálsamo y ternura casi de manera automática cualquier imprevisto, suavizar cualquier enfrentamiento o animar a un comensal muerto o autista.
- Ha llamado la tía Apostasía, que dice que viene a la cena.- acaba de gritar Jaqueline desde el cuarto del niño.
Woody no contesta, pero la noticia es un terremoto que se ha tragado toda su paz.
-Te has enterado- vuelve a preguntar Jaqui pacientemente, como se hace en esas conversaciones domésticas a gritos en las que no sabes si te contestarán porque no tienes ni idea de a que distancia está el otro, y hay que dejar tiempo al sonido para que viaje y si llega, más tiempo para que sea descifrado.
-Que siiiií- responde Woody con toda la fuerzas que le permiten sus pulmoncillos y con un genio que sólo había sacado de paseo tres o cuatro veces en toda su vida.
La catástrofe que es una familia (palabras de Zorba el griego),y más dos y peleadas
está asegurada porque Woody sabe que la tía Apostasía no se callará, no se ha callado nada en toda su vida, por eso es una solterona atea que vive sola con quince gatos, cuatro perros enormes y más de cien mil libros. La tía Aposti es el alma y la matriarca de la familia, y sería inútil cualquier resistencia a su decisión. Se hizo monja muy joven y estuvo muchos años de misionera por el mundo, hasta que en la India conoció a un Jesuita que le había quitado el hambre a una docena de pueblos, cosa de la que también podría alardear Bedu. Tuvieron un romance que aparece en su libro "Memorias de India", y a raíz de aquello el jesuita se salió de cura pero siguió en sus mismas tareas, y ella se volvió a casa y se dedicó a escribir, envejecer, y a comprar sacos de pienso para animales.
La mansión de Bedu es gigantesca y es un mundo aparte que tiene algo de paraíso, porque toda su fiereza en el mundo exterior se queda en las puertas de la misma manera que las armas de los ejércitos romanos se quedaban siempre a las puertas de la ciudad, y dentro de los muros es un pan y un payaso. Bedu está inmovil delante del espejo y ya sabe que ponerse y tres criados se lo están poniendo, su más sencilla túnica blanca de gala, la que no tiene ningun adorno.
- Traedme la daga de mi abuelo- pide serenamente, todas las guerras parece que ya empezaron y acabaron, esta vez sólo en su cabeza. No ha pedido como siempre su daga favorita incrustada de diamantes y piedras preciosas, no quiere presumir, de qué serviría impresionar a un pobre, tampoco quiere aparentar mal gusto de nuevo rico, y la daga de cobre de su abuelo, con esos toques elegantes de óxido verde le darán el toque que busca de auténtico, de aborigen, de un hombre del pueblo que ha llegado lejos. Ahora está en paz, y eso que el cura ha dicho que viene a la cena. Está acostumbrado a que se meta en todo, y le da tranquilidad porque conociéndolo sabe que controlará la situación y mandará a callar a todo el mundo diciendo frases que siempre empiezan por "nuestro Dios el" más un epiteto hermoso, pero dicho con una autoridad que parece que Dios sea suyo, y él sólo que tendrá que asentir como un sabio que confirma a otro sabio.Ya se ha puesto en lo peor, ya ha aceptado los escenarios más desfarovables. El alcalde y el director de poli-CIA no van a aparecer porque tampoco quiren tomar partido por nadie si algo sale mal, y además ellos ya tienen bastante con intentar casar a sus hijas drogadictas. Ahora sólo queda disfrutar del cordero a la brasa que ha encargado, sabor y tradición en grado sumo garantizados. También ha encargado a los cocineros unos rodaballos gigantes en papillote de hojas de plátano aromatizados con un ajo tierno y unas hojitas de lemongrass. Sabe que es infalible para los paladares delicados, tal como quedó demostrado en otra ocasión con las remilgadas esposas del alcalde y el director de poli-CIA. No era una noche para experimentos.
Ya llega la familia de Declan en el hammer que le han pedido prestado a su tío el poli-CIA, Woody, para variar, queda ridículo porque sólo se le ve la frente y parece un niño que le ha robado el coche a su padre, cuando lo que él quería era parecer duro y firme en aquella noche difícil, y sobre todo no dar la nota con su toyota desvencijado, además habría sido imposible entrenar en poco tiempo al imponente portero punjabi para que lo aparcara, porque la marcha atrás tiene un truco para que no rasque y la primera no va, y hay que salir en segunda acelerando mucho.
Toda la familia de Bedu, más el cura, están ya esperando en fila a la manera de las grandes recepciones, se saludan todos cortésmente y en menos de un minuto pasan todos al inmenso reservado circular. Bedu se dirige a su llamativo sillón dorado con terciopelo verde qué fue trono de un monarca absoluto afeminado y francés, pero absolutista. Mientras se va sentado ceremoniosamente, Bedu se da cuenta inmediatamente de que algo no va bien. El cura ha leído todos los libros de poesía de la tía Apostasía, y esta paralizado ante su visión. Era mucho mejor de lo que había fantaseado, ella sería atea pero el cura podía ver en ella a un verdadero ser espiritual, una mística serena con el aroma y la fuerza de lo divino. Ella era el ejemplo vivo de la espiritualidad que había querido imponer a la fuerza en la ciudad. Si todos fueran como ella no andaría atascado todos los fines de semana el puente que lleva al puticlub Bahrain al otro lado de la ciudad, lejos de su control. Bedu lo mira, en circustancias normales esa mirada fija habría bastado para que el cura actuara inmediatamente, pero el cura sólo tiene ojos para Aposti y su sencillo y recatado vestido. Las mujeres y los niños pequeños se iban a sentar aparte, pero Aposti ha tomado el control de la situación, y con la misma libertad y naturalidad del que está en un chiringuito de playa ha juntado todas las mesas hasta conseguir una bella y enorme herradura. Los camareros andan desorientados y obedecen al que habla más fuerte, igual que han hecho siempre. La cena ha empezado, y todo va bien porque todos van descubriendo que en realidad se agradan, y nadie se ha atrevido a hablar de lo que venían a hablar. Los pies de Declan y Shari están con un zapato menos y se rozan tan fuerte que el nylon de las medias está a punto de prenderse en llamas. Platos y platos, risas y blablá sin fin, y cafe y copa, bueno, copa no, y puros. Bedu y Woody están pensando lo mismo porque se acerca el fin y nadie ha dicho ni mu de la boda: una fecha, un lugar, Bedu paga y a casar a los niños. Bedu esperaba que el cura hiciera un discurso para impedir que la tía Aposti fuera a la boda, y que hubieran ejercido su doble papel del poli bueno y el poli malo, pero así también valía, aunque el esperaba haber conseguido imponer algunas condiciones y sentir su poder. El cura sigue fuera de combate y Bedu está a punto de proponer un brindis de té verde para sellar el compromiso y abrazar a Woody en el acto final. Woody estaba esperando exactamente el mismo curso de acción, cuando la tía Aposti se levantó adelantandose al tiempo que le quitaba un vaso de té al camarero que se dirigía hacia su jefe con la bandeja. Bedu presintió el peligro y el desastre. En primer lugar las mujeres no debían haberse sentado en esa mesa, segundo no deberían hablar en voz alta, y por último, si el cura no hubiera estado como drogado toda la cena, Aposti jamás debería levantar el brazo como lo estaba haciendo para empezar un discurso que se avecinaba en uno o dos segundos.
- Queridos todos:...- dijo Aposti con tal énfasis que consiguió un silencio instantáneo- Ahora que ya somos familia...- ese era justo el inicio de discurso que tenía preparado Bedu, se lo acababan de fastidiar-...podemos hablar en confianza, como si fuéramos una sola sangre, querido Bedu, tu poder es grande y nadie lo discute, sólo creemos que tu majestad será más grande si no eres tan severo, si no le cortas cada semana la cabeza a dos ciudadanos, de los cuales uno es un emigrante pobre que vive y trabaja a tu servicio en tus estaciones de servicio, y algunos son mujeres y otros niños, si permites que convivan las religiones como en los tiempos dorados de Al-Ándalus, si...
Y así siguió la tía Aposti sonrojando y enfureciendo a Bedu que le hubiera lanzado su propia daga al cura que seguía absorto y mutando para siempre en su sentimiento y pensamiento. Y Shari y Declan se casaron y fueron felices, la lástima es que todo ésto que les cuento en este cuento ocurrió en un futuro lejano, muy, muy lejano...

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