LA TIERRA DE LA PIEDRA NEGRA


¿Querrían convertirse en desiertos en el desierto,
en luz naranja de risa y llanto,
volverse viento y dicha en la arena, néctar, escalofrío, libertad...

jueves, 11 de diciembre de 2008

LOS HIJOS DE RA Y DEL DESIERTO




Borré el óxido de los atributos
del espejo de mi ser,
y estaba rodeado
de rayos fulgurantes.

Umar Ibn al-Farid


Ya asoman tus cuernos de luz, carnero del millón de años.
Por las crestas de las dunas del Rub al khali vienes surfeando.
Tú también eres un piloto condenado por siempre a la misma ruta,
e intentas matar el aburrimiento de la gloria
escupiendo rosas, malvas, ocres y naranjas en la paleta de arena,
empeñado en conseguir una mezcla de color difícil, el color de piel de niña.
Ahora no usas sombras, sólo crema y pastel, y algo de humedad borrosa,
pero siempre garantizas el espectáculo de una estrella,
majestad reflejada en cada grano-espejo,
fabricando monoteísmos enormes, argumentando unicidades,
chorreando rayos que amamantan a los profetas del desierto,
hasta que se vuelvan fuertes
y regresen a las ciudades a combatir al becerro de oro,
a echar a los mercaderes del templo,
a destruir los trescientos sesenta ídolos
instalados en el hueco del corazón de la Tierra.
No puedo inclinarme sin ensuciar el uniforme,
pero todo está listo para el viaje,
la modesta órbita de un fuego pequeño,
y esta noche, Ra, la vocecita del desierto,
en su débil resistencia animista,
intentará escribir algo
recordando esta aurora,
algo que suene
a alegre profecía.
¡Ra, Ra, Ra...

1 comentario:

Luis Felipe Comendador dijo...

Hermoso vencido de las arenas mágicas, qué alegría encontrate en estos pagos.

Te pongo en mi listado de blogueros molones.

Un abrazo fuerte