LA TIERRA DE LA PIEDRA NEGRA


¿Querrían convertirse en desiertos en el desierto,
en luz naranja de risa y llanto,
volverse viento y dicha en la arena, néctar, escalofrío, libertad...

sábado, 20 de diciembre de 2008

NAVEGANTES, PSICONAUTAS, PSICOPOMPOS Y POETAS





Entonces el piloto, espíritu sereno, les dijo:
-Alegrémonos, amigos, como unos hombres que acaso vuelvan
a ver la tempestad.
Esopo,307.


A Pedro Sarmiento de Gamboa, piloto y alquimista secreto
que cruzó el océano más grande de la Tierra, y a todos los
poetas que, como David Pielfort, aún navegan .



Alborea la mañana y se tarda el Sol porque anda perezoseando detrás de las suaves dunas del Rub-al-Khali. Es decir, que es muy temprano y hay vuelo. En el contenedor-comedor hay un anciano piloto noruego y un maduro piloto español desayunando. Están charlando sobre navegantes; sobre los viquingos, finísimos observadores del mar que podían calcular su posición por el color del agua, el sabor, la profundidad, la naturaleza del lecho marino, las algas, las aves, la intensidad y dirección de las corrientes, los perfiles de las costas...; los polinesios que aún hoy enseñan a sus niños en la playa la posición de las estrellas y los astros y sus revoluciones con conchas sobre la arena-firmamento de la playa, y viajan con precisión las miles de millas que separan sus islas en frágiles canoas, y llegamos a Colón, y a los palermos y a los moguereños, a los genoveses, chinos y árabes, las primeras brújulas, correderas, cartas, las formas primitivas de medir la latitud, hasta llegar a un bisabuelo que llevaba vino en barcos desde las marismas del Tinto a las plazas españolas en África,y un hermano marino que escribió un "Manual de Supervivemcia en el Mar"...
Los navegantes siempre han hecho lo mismo, observar, analizar, actuar, y entonces una mano mueve ligeramente el timón. Quizá se pueda decir lo mismo de muchos oficios, pero el error del navegante puede acarrear su muerte y la de todo el pasaje, y eso lo hace todo más significativo, más hermoso, más vivo. Acuerdan finalmente, muy satisfechos y envalentonados con dos cafés encima, que si podemos viajar es gracias a los navegantes, sólo podemos ir más allá si alguien lo imagina, lo planea, traza un rumbo en una carta y agarra los mandos, y que siempre será así, en el mar, en el aire, en el espacio, y quizás también en las letras, en la mente...
Ya en el aire el piloto español, andaluz y moguereño, vuelve a acordarse de los todos los navegantes y de los poetas que conoció hace años. Eran gigantes y magos que de día vendían aparatos de aire acondicionado y de noche le regalaban tiernos poemas a las putas y a los drogadictos, o vivían de sus mujeres y se mataban con coñac barato en bares de pueblo, contándole leyendas prodigiosas y vivas alegorías del hoy a cuatro viejos hasta que llegaba el apocalipsis de pagar la cuenta, o intentaban enseñar literatura, física o química a los adolescentes de la Era de la Información que no sabían ni leer ni escribir, o sembraban patatas e ideas para pasar mejor el invierno......
Ellos también eran navegantes, navegantes y psiconautas, viajaban con su mente y transportaban a otros muchos a otro destino nuevo y desconocido. Ellos también observaban, analizaban y actuaban. Muchos de ellos le habían dicho que no podían con el mundo, que la poesía es un arte del pasado que solo pervive en la letra de una canción pop del verano o en el slogan que vende algo en un anuncio de televisión, que la lava del fuego del pecho se vuelve lomos cortantes de roca negra al contacto con el frío de este mundo, y los corales de colores de sus canciones se convertían en un palo de cal al poco de salir del agua del espíritu. Pero ellos son los verdaderos héroes que viajan al otro lado, psicopompos que roban misterios y los exponen en la plaza para mejorar nuestras vidas y hacerla más humana. Después de todo fueron los primeros escritores, sumerios con caña afilada sobre el barro tierno, los que usaron por primera vez el adjetivo "humano" para referirse a lo bueno y noble que hay en nosotros. Nadie podría decir que ellos no vuelan, nadie podría decir que no hacen volar a muchos, pero si nadie tiene ya interés en escuchar sus canciónes, el piloto ha pensado en irse con ellos a construir una nave grande donde quepan todos los locos que sanan la Tierra, y todos podrán descansar de tanto observar, analizar y actuar, porque en esa Stultifera Navis ya no habrá más navegaciones, sólo una fiesta a la deriva, un constante naufragio al revés con un mástil que cría sarmientos y racimos. Entonces nadie podrá acompañarlos en esta derrota victoriosa, nadie podrá leer el garabato de su rumbo.

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